Las heroínas de Perras de reserva son mujeres fuertes, decididas a resolver por sí mismas sus problemas porque saben que si con algo no pueden contar es con la ayuda de Dios. Como mucho, se encomiendan al Diablo, ya que ante la perspectiva de convertirse en víctimas –usadas, explotadas o muertas– prefieren optar por la sangre ajena. Como Yuliana, la macabramente entrañable heredera al trono de un capo del narcotráfico, que no va a aceptar que sus compañeras de escuela se burlen de su look. O la adolescente que antes de dejarse arrinconar por la pobreza y el hambre se vuelve una malandrina de calle con principios, que solo desvalija a gente bien. O la bruja que recurre al Señor de las Tinieblas para que le ayude con la vecina cuyos perros hacen sus necesidades en su patio.
Sean sicarias o universitarias, influencers o amas de casa, beatas o prostitutas, las memorables protagonistas de estos relatos comparten las dificultades y los peligros derivados de haber nacido mujer.
Con un talento desbordante para reflejar el habla de la calle y no pocas dosis de humor negro, la autora mexicana Dahlia de la Cerda nos recuerda en este genial libro que «la vida es una perra, por eso hay que patearle la jaula».