Convenience Store Woman is an ironic and sharp-eyed look at contemporary work culture and the pressures to conform, as well as a charming and completely fresh portrait of an unforgettable heroine.
Keiko Furukura had always been considered a strange child, and her parents always worried how she would get on in the real world, so when she takes on a job in a convenience store while at university, they are delighted for her. For her part, in the convenience store she finds a predictable world mandated by the store manual, which dictates how the workers should act and what they should say, and she copies her coworkers' style of dress and speech patterns so that she can play the part of a normal person. However, eighteen years later, at age 36, she is still in the same job, has never had a boyfriend, and has only few friends. She feels comfortable in her life, but is aware that she is not living up to society's expectations and causing her family to worry about her. When a similarly alienated but cynical and bitter young man comes to work in the store, he will upset Keiko's contented stasis--but will it be for the better?
Las autodenominadas «mujeres ardientes», que protestan contra una forma extrema de violencia doméstica que se ha vuelto viral; una estudiante que se arranca las uñas y las pestañas, y otra que intenta ayudarla; los años de apagones dictados por el gobierno durante los cuales se intoxican tres amigas que lo serán hasta que la muerte las separe; el famoso asesino en serie llamado Petiso Orejudo, que sólo tenía nueve años; hikikomori, magia negra, los celos, el desamor, supersticiones rurales, edificios abandonados o encantados... En estos doce cuentos el lector se ve obligado a olvidarse de sí mismo para seguir las peripecias e investigaciones de cuerpos que desaparecen o bien reaparecen en el momento menos esperado. Ya sea una trabajadora social, una policía o un guía turístico, los protagonistas luchan por apadrinar a seres socialmente invisibles, indagando así en el peso de la culpa, la compasión, la crueldad, las dificultades de la convivencia, y en un terror tan hondo como verosímil.
«El terror, en los cuentos de Mariana Enriquez, se desliza como un jadeo de agua negra sobre baldosas al sol. Como algo imposible que, sin embargo, podría suceder» (Leila Guerriero).