Casas vacías habla del dolor de las mujeres ante la desaparición de un hijo y de su propia vida. Es una novela que también cuestiona la maternidad y abre la posibilidad de un diálogo sobre cómo se enfrentan las maternidades no solicitadas y que son impuestas socialmente. La maternidad, que casi siempre asociamos con la felicidad, también puede ser una pesadilla: la de una mujer cuyo hijo desaparece en el parque donde estaba jugando, y la de aquella otra mujer que se lo lleva para criarlo como propio
Brenda Navarro ha conseguido un prodigio: caminar siempre, sin caerse nunca, sobre la delgada línea que separa –pero también une– el olvido y la memoria, la esperanza y la depresión, la vida privada y la vida pública, la pérdida y el encuentro, los cuerpos de las mujeres y el acto político. Casas vacías estremece de forma tan devastadora como ilumina: brillante y extrañamente esperanzadora.
When lives are dominated by hunger, what becomes of love? When assaulted by daily acts of violence and untimely death, what happens to trust? Set in the lands of Northeast Brazil, this is an account of the everyday experience of scarcity, sickness, and death that centres on the lives of the women and children of a hillside favela. Bringing her readers to the impoverished slopes above the modern plantation town of Bom Jesus de Mata, where she has worked on and off for 25 years, Nancy Scheper-Hughes follows three generations of shantytown women as they struggle to survive through hard work, cunning and triage.
It is a story of class relations told at the most basic level of bodies, emotions, desires and needs. Most disturbing – and controversial – is her finding that mother love, as conventionally understood, is something of a bourgeois myth, a luxury for those who can reasonably expect, as these women cannot, that their infants will live.